Monseñor Aguer elogió "la grandeza" de Sor María Ludovica (Diario Hoy)
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, sostuvo hoy (2/9/04) que Sor Ludovica, que mañana será beatificada por el Papa Juan Pablo II, "no hubiera llegado a ser lo que fue, esa personalidad relevante, esta gran impulsora de la Salud Pública de los niños, si no hubiera sido santa". El prelado sostuvo sobre la religiosa, cuyo nombre actualmente está en el Hospital de Niños de La Plata, que "mucha gente que vive hoy y que la ha conocido se ha beneficiado con su maternidad espiritual y con su cuidado diligente, dirigido durante décadas de un modo muy particular a los niños más enfermos". El arzobispo platense destacó que "lo que le dio grandeza fue su pequeñez. Desde su pequeñez humana respondió con fidelidad a la gracia de Dios y llegó a ser una mujer magnánima, capaz de grandes empresas". Aguer recordó que "para ser beatificado, un Siervo de Dios es sometido a un cuidadoso examen de su vida, de su obra y lo que se trata de declarar, ante todo, es que esa persona practicó las virtudes cristianas en grado heroico". "Se quiere decir que fue un héroe de la virtud y ese heroísmo sólo es posible porque esa persona a sido fiel a la guía del Espíritu Santo, ha sido dócil a las inspiraciones del Espíritu del Señor, ha respondido con coherencia y fidelidad a los criterios de la fe", afirmó el prelado. Finalmente, Aguer remarcó que "eso es lo que ha hecho Sor Ludovica. La superiora Ludovica, como todavía se la sigue recordando en La Plata".
En La Plata la celebración fue en una Catedral colmada (EL DIA)
Una Catedral totalmente colmada de fieles celebró ayer al mediodía en La Plata, la beatificación en el Vaticano de sor María Ludovica. En una ceremonia presidida por el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini y de la que participó toda la jerarquía eclesiástica y sacerdotes de la arquidiócesis, la comunidad platense se asoció a lo que había sucedido en la plaza de San Pedro.Con la presencia de autoridades provinciales y municipales, delegaciones de colegios religiosos y numerosos fieles, ante un altar precedido por las imágenes de la flamante Beata- el cuadro de Cecilia Szelagowski y la imagen modelada por el padre Rafael Sarmiento-, monseñor Bernardini destacó las virtudes de sor María Ludovica, su vida humilde, repitiendo versículos del Magnificat de María: "el Señor ha hecho en mí grandes cosas".Destacó que "la beatificación es un llamado a todos" porque, según afirmó, el camino de la santidad es posible a todos porque "la santidad no es un lujo, sino un deber que nace desde el mismo bautismo y en los hechos ordinarios de la vía hay que alcanzar la extraordinariedad".Previamente el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Antonio Marino, le había dado la bienvenida que agradeció el alto prelado visitante, aclarando que esa bienvenida era al Santo Padre. En la misa solemne cantó el Coro del Colegio Nuestra Señora de la Misericordia integrado por alumnas y ex alumnas de este establecimiento que fuera creado por la misma congregación de la beata María Ludovica. El coro es dirigido por María Teresa Llargués de Sal Gómez y por su nieta, Dolores Canessa.Antonina de Angelis nació en San Gregorio, provincia de L'Aquila el 24 de octubre de 1880. Se ordenó en el noviciado de las Hijas de la Misericordia en Savona en 1906 y un año después se embarcó hacia nuestro país. En 1908 recibió como misión el Hospital de Niños de La Plata, en ese momento constituido por dos salas de madera y 60 camas. Allí desarrolló su camino de santidad con una entrega imponente y admirable. Murió en nuestra ciudad a los 82 años, el 25 de febrero de 1962. En 1987 se inició el proceso para su beatificación que culminó ayer a la mañana en la plaza San Pedro.